Máximo control en el laboratorio de las 100 muestras de Covid en Tarragona

Congeladores de hasta -150ºC, tanques, sistemas de criocongelación progresiva, incubadores, baños termostáticos y artilugios como espectrofotómetros o centrífugas; todo ello, con unos protocolos convenientemente reforzados, es vital para el nuevo cometido del biobanco del Institut Pere Virgili, ahora convertido en algo así como una plataforma vital para que avance la ciencia en torno a la Covid-19.

Aquí se han reforzado las medidas para readaptar el laboratorio a un nivel de bioseguridad 2 (NBS2), el requisito imprescindible para manipular las moléculas de un patógeno que sobrecoge al mundo.

En estas dependencias ha empezado un proyecto de recolección de muestras que ya está disponible para los investigadores tarraconenses y que en breve se abrirá al resto de la comunidad científica. Estos laboratorios se han erigido con fuerza en uno de los pilares de la investigación. «Cuando se declaró el estado de emergencia, los biobancos paramos nuestra actividad. Nos encontramos ante un virus hasta entonces desconocido y no teníamos referencias de cómo se tenían que tratar las muestras biológicas humanas y qué niveles de bioseguridad tendríamos que aplicar», explica Lluís Gallart, coordinador y responsable de las instalaciones.

Gallart, junto a otros científicos de la Red Nacional de Biobancos -que depende del Instituto Carlos III-, recibió el encargo de preparar una guía sobre cómo manipular muestras de Covid-19 destinadas a investigación biomédica. «Fueron dos semanas intensas de trabajo para elaborar unas pautas que aseguraran un mínimo de seguridad en el procesado», aclara.

Los responsables colaboraron con la Asociación Española de Bioseguridad. Determinar las áreas limpias -con bajo riesgo de contaminación- y las sucias -con uno moderado y alto- y aislarlas fue el inicio del proceso, al que luego siguió el diseño del circuito de muestras y la puesta a punto de los EPI como gorros, doble mascarilla FFP2, batas impermeables o doble guante.

Más vigilancia de los procesos

Junto a Gallart, Miriam Campos y Aina Serena se encargan de los procesos. El biobanco funciona con un solo programa de gestión y tiene tres sedes físicas, en los hospitales Joan XXIII, Sant Joan de Reus y Verge de la Cinta de Tortosa, si bien por el momento solo está activo el nodo de Tarragona, que es el que se ha podido readaptar al virus.

Una vez establecidas las reglas de juego, llegó la necesidad de potenciar la investigación en esa lucha científica global contra el SARS-CoV-2. «Había que reducir el riesgo de exposición al virus del personal investigador y tener controlado quién manipulaba estas muestras, qué procesos se hacían y dónde se almacenaban», cuenta Gallart.

Así que los biobancos, entre ellos el del Pere Virgili -la institución de investigación por excelencia en la provincia-, se han convertido en los receptores de buena parte del material biológico en torno al coronavirus. «Acabamos retomando toda la actividad. Ahora mismo estamos activos tres miembros del banco y en estos momentos ya contamos con muestras de un centenar de pacientes a los que se intentará hacer un seguimiento y recoger más en diferentes tiempos para facilitar el estudio de cómo evoluciona la enfermedad», relata Gallart.

Joan Vendrell, director del Pere Virgili, destaca que «se trata de un proyecto muy ambicioso que permitirá poner rápidamente a disposición de los investigadores un elevado número de muestras e información clínica», algo que va a redundar en beneficio de esa vertiginosa carrera científica en busca de progreso. La recolección se alargará por un periodo indefinido.

Aquí se recibe sérum, plasma y limfocitos pero la intención es recoger otros tipos de sustancias, desde orina hasta heces, pasando por secreciones, que deben quedar incorporadas en una gran cohorte estatal de pacientes para poner a disposición de la ciencia las recogidas con elevados criterios de calidad.

Este no es el único proyecto pionero impulsado por el Pere Virgili. Otra de las líneas estrella es un análisis masivo de personas con Covid-19 para encontrar biomarcadores de pronóstico de la enfermedad. Cuesta unos 207.000 euros, está liderado por el doctor del Hospital Joan XXIII Francesc Vidal.

Diari de Tarragona

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